domingo, 18 de noviembre de 2007

Andy Warhol, el estratega camuflado

POR NATIVIDAD PULIDO
MADRID. No muchas personas pueden presumir de haber muerto dos veces. Andy Warhol sí. La primera fue en 1968. Valérie Solanas le disparó porque tenía demasiado poder sobre ella. Ese fue su argumento. De aquella resurrección quedaron unas brutales cicatrices: físicas y psíquicas. No tuvo pudor en mostrar las primeras en unas célebres instantáneas. A partir de esa fecha Warhol tuvo la sensación de estar viviendo la vida de otro, de vivir una vida prestada. La segunda y definitiva muerte se produjo en 1987, tras una operación rutinaria. Es tan célebre el personaje -ha superado al pintor- que todos creen conocer a la perfección a este hombre sui generis, que profetizaba el derecho de todos los mortales a tener sus quince minutos de gloria. Él tuvo muchos más.
«Warhol sobre Warhol» es el título de una ambiciosa exposición, con la que La Casa Encendida de Obra Social Caja Madrid celebra sus flamantes cinco años: un auténtico soplo de arte fresco en la capital. Estrella de Diego, catedrática de Historia del Arte Contemporáneo de la Complutense y gran conocedora del Pop Art, es la comisaria de una muestra que trata de desenmascarar a un Warhol que se parapeta tras el disfraz, que juega con nosotros con espejos y sus reflejos, que se camufla como el genial camaleón que fue... Al Warhol más secreto. Tras los fuegos artificiales que encierran sus celebérrimos botes de sopas Campbell, más allá de sus cotizadísimos retratos de Jackie Kennedy, Marilyn Monroe y Liz Taylor -uno de ellos, por cierto, vendido esta semana por 23,5 millones de dólares-, se esconde el Andy menos conocido.
Es el Warhol de las Polaroids -rara vez se exhiben por su fragilidad-, los fotomatones, los acetatos -se muestran por vez primera en público-, las fotos cosidas, los Screen Tests (pruebas de pantalla de unos cuatro minutos de duración)... Al igual que la mayoría de los artistas utilizan esbozos y dibujos preparatorios como material previo a sus obras finales, la fórmula narrativa de Warhol pasa por emplear todos aquellos formatos y «ceder su propia autoría a cualquiera que esté dispuesto a mirar». Warhol deja vacante su autoría. En el interesante juego de espejos que nos propone, el yo y el otro desaparecen. Esta exposición desvela el making off del proceso creativo de este auténtico maestro del camuflaje. Y lo hace en tres secciones, distribuidas a lo largo de cuatro salas en La Casa Encendida. Más de dos centenares de piezas de y sobre Warhol, cedidas por colecciones privadas e importantes museos, galerías e instituciones de todo el mundo, entre ellas The Andy Warhol Museum de Pittsburgh y The Andy Warhol Foundation for the Visual Arts de Nueva York.

Performance de travestismo
Warhol se autorretrata en múltiples ocasiones (y hay estupendos ejemplos en la muestra), pero también retrata a otros y es retratado por otros, como Cecil Beaton, Robert Mapplethorpe, Duane Michals, Richard Avedon, Helmut Newton... ¿Quién es el autor? ¿Quién el modelo? Retratados convertidos en retratistas; retratistas en retratados. Incluso va más allá en la que Estrella de Diego considera «su maniobra más radical de camuflaje». Fue en 1981, cuando en una performance de travestismo frente a la cámara de Makos borra cualquier atisbo de autoría.
No faltan en la exposición dibujos «muy especiales» de sus primeros años, ni guiños a la mítica «Factory», ni ejemplos de algunas de las creaciones que le han dado fama, gracias, curiosamente, a imágenes que él nunca tomó, pero que, al apropiárselas, dieron la vuelta al mundo: seguramente, Jackie, Marilyn y Liz Taylor no serían los iconos del siglo XX que son sin Warhol. Pero, sobre todo, vemos en la muestra a Andy Warhol disfrazándose de sí mismo sin contarnos nada de él, engañándonos.
La exposición se completa con numerosas actividades: una charla de la comisaria con amigos y colaboradores de Warhol, como Christopher Makos, Vincent Fremont y José Luis Blondet (23 de noviembre); un ciclo de documentación audiovisual sobre el artista, otro de cine de Warhol, talleres educativos...
Veinte años sin Warhol. Tiempo que nos obliga, cree Estrella de Diego, a revisarlo, porque «es mucho más que el pintor frívolo de los botes de sopa. Es un artista complejísimo. Su obra es muy conceptualizante, meditada, nada banal. Le dio todo a la generación de los 80». Sin su interés por la ficción autobiográfica, sin su «sofisticada propuesta autobiográfica», no tendría sentido la obra de artistas hoy tan consagrados como Cindy Sherman, Yasumasa Morimura, Nan Goldin o Sophie Calle. Advierte la comisaria que la estrategia de Warhol era «descubrir y aislar los símbolos que conferían la celebridad a esos famosos que le fascinaban y seguir luego unos pasos precisos para integrarse en su mundo». De hecho, muchos «eran» porque «Andy había fijado sus ojos en ellos», apunta Estrella de Diego. Fue, dice, «el artista de estrategias por antonomasia». Pop, underground, bien parapetado tras una peluca platino y unas inmensas gafas, bien bajo los excesos de la «Factory» y los destellos de Studio 54... Andy Warhol nos sigue fascinando veinte años después de su muerte, de su segunda muerte. Y sigue siendo noticia: más un centenar de obras atribuidas a Warhol (105 «Brillo box») son falsificaciones realizadas tres años después de su muerte, según el Museo Nacional de Arte Moderno de Estocolmo. A Warhol le encantaría esta noticia.

ABC, DOMINGO 18_11_2007

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