domingo, 2 de septiembre de 2007

Los "friquis" de la Movida

LA OTRA TRANSICIÓN por Lluis Fernández

El 25 de mayo de 1977, en plena Transición democrática, se estrenó "La grerra de las galaxias". La película de Lucas creó una conmoción mayor que "Lo que el viento se llevó". Treinta años después, ese día sería mítico para generaciones que ni siquiera habían nacido entonces y se conmemoraría como "El día del orgullo friqui", a imitación de los encuentros de "trekies", los fans de "Star TreK". Puestos a fantasear, el lado cutre de la Fuerza serían los friquis, seres atrapados en una dimensión oscura.

Desde los 60, un friqui es la variante contracultural de jipi, y a finales de los 70 todavía conservaba una "estática" tan espantosa como la de los pioneros de los 60: ropa gastada, pelos grasientos, barbas mugrientas y chirucas de piel vuelta.

El modelo anarco pasota a imitar era Frank Zappa, cuyos objetivos vitales eran cambiar el mundo, derrocar al perverso sistema capitalista y la alienante sociedad de consumo mediante masivas dosis de sexo, drogas y rockanroll. Hay que reconocer que el programa político, sacado de "Rocky Horror Picture Show", quizá pecara de ambicioso.

Nadie sabía entonces que, originalmente, los friquis eran una especie de secta de fanáticos de la película "Freaks" (1932), que se reunían anualmente para comentar esa insólita película de Tod Browning rodada con enanos y seres deformes de un circo.

Con rulos y pantuflas

A imitación de John Waters y Divine, los arquetipos friquis de la Transición fueron Nazario y Ocaña en Barcelona y Almodóvar y Fanny McNamara en Madrid. Todos ellos hicieron de su vida pública un espectáculo friquigay, ya fuera en las Ramblas barcelonesas, disfrazados de andaluzas y clavariesas barbudas, o actuando en RockOla como una sex-symbol y un ama de casa con rulos, pantuflas y boatiné. Poco o nada tiejnen que ver con los friquis españoles actuales. Los hay antisistema, pero la peña es más bien de "fans" obsesionados con "La Guerra de las Galaxias", los ordenadores y un universo tan variopinto como el que va del Fary a la Abeja Maya. A ese tipo de friqui naïf le encanta sentir que dominan la Fuerza y combate, con imaginarios enemigos con su espada de doble láser. Sus dos iconos fundamentales son Lord Darth Vader, con su máscara y capa negras, y el coleccionista obeso de la tienda de tebeos de "Los Simpson". Seres solitarios y marginales que se sienten tentados por el lado oscuro de la Fuerza y de forma autoparódica se identifican con los héroes más caspas de la Galaxia consumista: el Chapulín Clolorao, SonGoku, Espinete, Jackie Chan, Orzowei, el Corbacho y la Pandilla Basura. A los que habría que añadir a Pepiño Blanco, alucinante Miniyó de SúperZP.

En cuanto a los estereotipos tecnológicos del friki hay que buscarlos en EEUU, de donde proceden los "nerds" y los "geeks", según los caligica Douglas Coupland en "Microsiervos". Los "nerds" son expertos programadores informáticos, simples como un huevo Kinder y de personalidad bastante asocial, y los "geeks", su complemento perverso, enrollados creativos de sofware, sin otro proyecto vital que vivir para trabajar y marear la perdiz con una vida sexual difusa. Ambos son del tipo de friquis que comen porquerías congeladas, odian el deporte y su sexualidad oscila entre los tecnosexuales, fascinados por los artilugios informáticos, y los übersexulaes metrosexuales que cifran su encanto masculino con las mujeres en la inteligencia, el éxito profesional y el poder adquisitivo. Vista la deriva semántica de este vocablo - chicle, cualquier persona absurda como Belén Esteban cabría motejarla de friqui. ¿Y si la madre de Andreíta fuera el lado megaoscuro de la princesa Leia?.¡Aaaahhhhhhhhh!.

LA RAZÓN, 1 de agosto de 2007

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